Querido Museo:
¿Recordarás acaso la primera vez que nos conocimos? Yo era apenas una niña que exploraba tus espacios en esa época donde cada puerta te llevaba a un lugar oculto y misterioso dentro de tus paredes. Fue entonces cuando soñé algún día caminar entre tus pasillos a diario y formar parte de tu historia. No sabía que ese sueño algún día se volvería realidad.
Regresé cuando ya habías abierto tus brazos y llenado de luz aquellos espacios donde muchas cosas se transformaron. Y fue así que me recibiste con los brazos abiertos y un par de zapatitos para calzar. Volvimos a presentarnos, a conocernos y nunca pensé que a lo largo de todo este tiempo, nos convertiríamos en cómplices, amigos y contrincantes. En ocasiones es difícil reconocer que son necesarios conflictos y diferencias para crecer pero es cierto, fuiste un espacio que siempre tuvo un nuevo reto que puso a prueba mis prioridades y creencias y a pesar de ello nunca me dejaste desistir.
A lo largo de este camino, nos hemos visto crecer y nos hemos transformado y ahora que vuelvo a verte me doy cuenta de algo importante. Quisiera que cuando las personas te visiten se dieran cuenta de que eres un organismo que vive en las personas cuyos nombres no aparecen en tus paredes o escritos, donde mi voz y la de muchos otros se han quedado como ecos de cuando te habitamos. Que todos aquellos que estuvimos ahí, hemos y seguiremos formando parte de tu historia, aunque nuestros rostros se pierdan, aunque nuestras huellas se borren. Que entendieran que tu misión va más allá y que tu grandeza también reside en el rostro que pasa desapercibido en las manos que limpian, en los ojos que te cuidan, en las voces que hablan por ti. Hemos pasado por tanto, que quizás sea un atrevimiento mío decir que mis pies han crecido, y ahora me piden ir más allá. Me gusta pensar que donde quiera que mi voz se escuche, tu influencia sea un referente de lo que significaste para mí. Porque quien soy también habla de ti.
Adiós querido amigo, gracias por ser el lugar donde me encontré con personas maravillosas que se quedaran conmigo y en mi memoria. Gracias por brindarme la oportunidad de crecer contigo y entrenar mis alas. Gracias por lo que nos dijimos sin necesidad de palabras.
Quizás no tan pronto, pero…
Nos volveremos a ver.
Tu sendero de vida tiene aún mucho camino que andar,gracias por permitirme caminar a tu lado mi luna bella.
Oh mi Sel, es triste saber de tu partida, estoy segura que dejaste un hueco muy grande que alguien debe llenar. Lamento que los niños ya no podrán disfrutar de tus recorridos y dinámicas tan características tuyas. Lo mejor para ti, recibe un fuerte abrazo.