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- Doña Hortensia ¡Dichosos los ojos! ‘hora no ha venido.
- Es que andamos en el campo, limpiando, ya ve uste’.
- Ya estamos qué fechas y no’más nada.
- Este año no vamos a comer. ‘Ta todo seco y la semilla se v’apretar.
- Ojalá nos haga el milagro, ‘hora el 15, San Isidro.
- Ya ve uste’ que se hizo la rogación y to’vía no cae nada.
- Allá le pedimos al padre qu’iciera misa y dijo que no’más rosario. Seguro por eso no quiere llover.
- Quiera Dios que pronto caiga la gotita.
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Conversación entre dos comerciantes en el Mercado de Santiago en San Pedro Cholula.
Una gotita. ¿Qué es una gotita para aquellos que trabajan la tierra y dependen de ella? ¿Qué significa una gotita para la tierra que la ha estado esperando por casi un año? Aún recuerdo aquellos años en los que esperaba con ansias el 15 de mayo, solo para ver desfilar las yuntas, carretas y tractores por la esquina de la casa. Veía cómo una tras otra marchaba en compañía de San Isidro Labrador rumbo a la Parroquia para que el santo escuchara misa y siempre, por alguna extraña razón, cuando llegaba la tarde, las nubes se juntaban y al pintarse de gris el cielo la lluvia hacía acto de presencia en la tierra. Al día siguiente, era común ver a las familias yendo muy temprano rumbo a sus parcelas, para abrirlas con surcos que acunarían la semilla de la siembra.
Recuerdo preguntarle a mis abuelos o a mis papás por qué la gente desfilaba ese día y entonces me contestaban que más que un desfile era una procesión, donde iban por el Santo para pasearlo por los campos y recibir su bendición. Ahora que el tiempo ha pasado y yo he crecido, lo veo con otros ojos, con aquellos de asombro de cómo la devoción de un Santo puede intervenir tanto en las tradiciones sobre la agricultura de una comunidad. Es como si el santo fuera un intermediario entre lo divino y la naturaleza para el sustento de las personas.
Fotografías, cortesía de Osvaldo Cantero Sandre
https://www.instagram.com/osvacs/?hl=es
Pero, ¿quién fue San Isidro Labrador? Se dice que nació y vivió en Madrid, España, en el siglo XI, perteneciendo a una familia de campesinos que trabajaban las tierras de otras personas para ganarse el pan de cada día. A medida que San Isidro fue creciendo, se convirtió en un hombre de ferviente devoción y compromiso con Dios, pero también adquirió otras habilidades como la de pocero, que no es más que una persona que se dedica a buscar agua subterránea. Una de las anécdotas que se cuentan de este santo es que mientras rezaba, los bueyes araban solos la parcela conmovidos por la fe que San Isidro demostraba hacia Dios. Uno de los milagros asociados con este oficio de pocero cuenta que su patrón fue a verlo trabajar, hacia un calor extremo que lo había vuelto sediento y al acercarse a San Isidro con su pesar, el santo tomó su azadón mientras rezaba la frase: “Cuando Dios quería, aquí agua había”. De pronto empezó a brotar agua fresca y dulce, que sació la sed del patrón. Sin embargo, ese manantial no desapareció y al contrario, fue creciendo más y más. Con el paso del tiempo, se construyó una ermita para conmemorar ese milagro, la misma que aún se puede visitar hoy en día y de la cual sigue brotando agua dulce y fresca.
Ahora que conozco más sobre la figura de San Isidro Labrador no me extraña lo bien que fue aceptado en nuestro país, porque la agricultura en México es una de las actividades que más reflejan la forma en cómo vemos y entendemos el mundo, nuestra relación con la naturaleza y sus ciclos, la importancia de las tradiciones y costumbres que las comunidades mantienen como formas de vida, y cómo diferentes festividades dedicadas a los santos marcan los calendarios agrícolas en los cuales ellas participan.
Y sólo por si acaso, cambiaremos un poco la oración para ver si se anima a rasgar el cielo con su azadón y mandar la lluvia que ahora necesitamos:
Glorioso San Isidro Labrador,
pon el agua y quita el sol.